lunes, 23 de abril de 2012

Caminos



Siempre quise vivir en un país grande
uno de esos donde los tipos como yo
agarran su carro y conducen por horas,
hasta llegar a algún lugar
donde la reinvención parezca posible,
donde la pobreza luzca más acogedora.

No tuve esa suerte.
Debo conducir por caminos que se acaban
antes de encontrarle una tregua a mi angustia
o al temor de haber nacido
sin ningún talento que me rescate de mi destino.

De todas formas,
la gente y las cosas tienen el mismo ruido de lluvia
el mismo aspecto de acuarelas escurridas.
Sólo que acá hemos vivido
las distintas permutaciones de la frustración.

Tenemos pocas opciones.
Y eso es la lucha.
Que un día podamos apostarlo todo
sin los bolsillos vacíos.

viernes, 6 de enero de 2012

Polaroid del fracaso





No sospechamos a tiempo
que estos carriles invisibles
terminaban en un callejón sin salida
en un barrio de arquitectura improvisada
de matrimonios en crisis que
hacen la danza de las miradas esquivas
de adolescentes alegres
a los que el mundo se les escurre de las manos.
Creímos que la vida sería una película
donde nos seguiríamos adueñando de las carreteras en sus horas desiertas
proveyéndonos de abundantes alegrías a precios accesibles.
Que sería esa alegría inadvertida
que se estrellaba en la garganta como las olas en un dique.
No nos dimos cuenta
de que la paciencia que no necesitábamos
se nos agotó esperando una plenitud que ya teníamos.
Empezamos a encontrarnos sin historias nuevas,
con el cansancio acumulado en la lengua.
No previmos este desfasado envejecimiento,
en las interminables noches solitarias,
ni en los rostros fluorescentes frente al televisor
y sus gestos perdidos sin destinatarios,
tampoco en las largas noches consumidos por los remordimientos
como cigarrillos en una habitación mal iluminada.
Olvidamos el atardecer diáfano
en que confundimos la resignación con el optimismo
cuando los tropezones se volvieron caídas libres
cuando las mentiras dejaron de ser suficientes
hasta para cobijarnos a nosotros mismos.
Hoy es ese día de envidiar la alegría
desde la ventana.
Hoy es día de dejarnos aceptar el fracaso
como un cadáver puesto sobre el hormiguero.