jueves, 25 de noviembre de 2010

Hay días en que el aburrimiento es peor que el odio


Ellos viven en una casa
de focos tenues y sin plafoneras,
de suéteres percudidos tendidos al Sol
y paredes con salitre,
suficientes para sentirse aislados
pero no para sentirse a solas,
seres a los que de tanta apuesta por el futuro
solo les quedó, para sobrevivir,
la caja chica del tiempo
y que sus vidas quepan en un etcétera
de la gente que tiene la sonrisa completa
y que guarda siempre una última esperanza
en un bolsillo secreto.
 Pero yo los veo
a través de una ventana de vidrios despulidos
y de las degradaciones naranjas de la tarde,
a esa misma pareja acompañada de una guitarra vieja
con la que cantan
la versión subtitulada de sus sueños
y algo parecido a la envidia
me araña el esófago.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Es tarde, se oye un carro, seguro irá muy lejos



Entonces, a eso de las 3 o 4
el miedo de no despertar
sustituye al deseo de dormir.
Se distrae con cualquier cosa,
como la televisión,
una película de miedo
en la que es viable algo así
como un horror retrospectivo,
la certeza de que toda superstición
es más fuerte que las balas,
piensa en eso
y en que no hay suficientes películas
que terminen con un hombre viendo televisión