martes, 14 de julio de 2009

sunday morning




Los sábados en la noches la gente cuelga sus obligaciones en el perchero. Por alguna razón esto me produce tristeza, esa desnudez inadvertida, lo poco que es la gente sin sus obligaciones. Se emborracharan desnudos hoy y mañana amanecerán invisibles. La vida es un intento de alcanzar el cielo mientras la muerte nos alcanza, empolvados, en la construcción de una escalera que nunca será lo suficientemente alta. Debe haber otra manera. No se puede volar con pasos de piedra. La luz de la mañana glasea las cortinas. La abro. Hay un universo ahí afuera. No sé que hay acá adentro. El sosiego de la resignación, poco más, una eternamente renovada concesión a la mediocridad de no ser uno mismo. Nunca deja de asombrarme cómo puede construirse la vida sobre la renuncia. Así, últimamente mi vida depende de todo menos de mí, esa debería ser la verdadera definición de la pobreza.

(Fotografía: Angela Pablo)

miércoles, 1 de julio de 2009

Eugenesia




Dicen que en el futuro todos tendremos el fenotipo y el genotipo perfectos, con órganos que siempre se formarán bien y que no concerán la degeneración; así arribaremos a una vejez sin arrugas ni fatigas hasta que la imprudencia o la buena planificación demográfica lo decidan. Entonces todos los días serán miércoles, la felicidad caerá como lluvia y la historia será una anecdotario de pasiones incomprensibles cuya barbarie se diluye gracias al avasallador Avance de los Tiempos. Una sociedad así podrá inventarle cura hasta a la perplidad pero no al absurdo. Por eso imaginaba que tal vez en el futuro haya un hombre que engulla su alimento, calculado automáticamente a su peso y esfuerzo, y piense en todas esas labores a las que nos dedicamos ahora, tan prontas a la obsolencia. Y bueno, no mencionada eso porque me importe un carajo la caducidad de mi esfuerzo porque para entonces ya estaré bien muerto y olvidado. Solo me preguntaba si ese superhombre podrá sentir algo de la visceralidad de nuestra obstinada sobrevivencia.