martes, 27 de abril de 2010

Ciudad de Guatemala, vista nocturna





Esta ciudad es
la metáfora incongruente de nuestros deseos,
una constante renovación de la mediocridad
para revitalizar el desencanto.

Hay demasiados vehículos y pocos lugares
a dónde escapar
de las calles baratas
que ciertas noches
encuadran los delirios de la nostalgia
y a un tiempo a esa despistada innovación
a la que algunos ilusos llamamos progreso.

El tiempo avanza.
Y todas las noches lo mismo.
Calles que cauterizan
la condena del domicilio,
perros disputándose desechos
cerca de las fogatas de los indigentes.
Calles que son cuna de gente temerosa y hostil,
siempre arrullados por la violencia,
devenidos en exegetas de la crueldad,
que en casas grises de techos oxidados,
gente, mis hermanos, en fin...
gente que cada noche circunda la órbita de su fracaso.

(en la banca de un parque hay un viejo,
desafiante o imprudente, no lo sé,
se lamenta como lo haría un amputado:
poniendo su dolor en algo que ya no existe.)

Pequeña república de barbarie taciturna
nuestro desafortunado porte y pasaporte
hace que te necesitemos con desprecio.



(Fotografía: Eny Hernández)

domingo, 25 de abril de 2010

Ventana de hotel

No se puede evitar llegar a cierta edad
y descubrir con vergüenza lo evidente
de ciertos hechos de la vida,
entonces abrir la ventana del hotel
de cualquier paraíso
y pensar cosas tan evidentes,
como por ejemplo:
que recorrer la senda del deseo
no es lo mismo que darle alcance,
que el deseo lleva inscrito
su fecha de caducidad,
que una satisfacción a destiempo
deja la misma plenitud
de un bocado arrebatado.