(Laura Owens)
De la vida queda una marquesina de recuerdos arbitrarios.
De la muerte queda una baraja incompleta, con la que ya no podemos volver a apostar la vida.
Tras la muerte queda el reloj de arena de la memoria de los otros.
Del sacrificio nos quedó una escalera con demasiados escalones.
Del olvido queda esa pequeña pelota que rebota en nuestra cabeza, siempre más ágil que nuestras manos.
De la nada queda la mancha oscura con la que la imaginamos.
1 comentario:
"Del silencio siempre queda el presente discontinuo de su ruido".
Saludos.
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