domingo, 9 de enero de 2011

El ruido que produce una lámina bajo la lluvia


Ella vive en un hoyo (metafórico y literal)
un lugar donde la vida se consume deprisa
y el curriculum se escribe con tatuajes.
El cansancio sustituye a la inocencia desde muy temprano,
su único sentimentalismo
era ver el atardecer en espera de su esposo,
el pequeño lunar que formaba ante un sol
mutiplicado mil veces por las láminas de zinc.
Una vez el esposo no regresó,
un periodista le preguntó si tenía enemigos,
y ella dijo que no creía.
No aclaro si en los enemigos o en el esposo.
La única forma de ser imparcial
es viviendo en la cuerda floja.

2 comentarios:

Meryone dijo...

Y por culpa de Hollywood (el Hollywood clásico) acabo de ver ese hoyo en New York New York. Esos edificios con portal con escaleras donde sentarse, donde siempre hace muchísimo calor, donde siempre se cometen los crímenes en serie.

Alfonso Huerta dijo...

Hola Meryone, supongo que estar a orillas de un rascacielos es bastante parecido a estar en un agujero aunque no era nada parecido a Nueva York lo que tenía en mente, este poema nace de la intriga que me producen los asentamientos de la capital, esos lugares donde a duras penas se pueden sobrevivir, edificados a la orilla de barrancos y donde entrar te puede (suele) costar la vida, pero que aún así se me fascina cómo lucen al atardecer.