lunes, 15 de septiembre de 2008

guate

Cuando
Manuel José Arce Leal

Cuando aprendamos que nuestra
Más limpia alegría es un crimen si está
Sustentada en el dolor de nuestros semejantes.
Cuando descubramos que nuestra
Prosperidad es injusta si tiene por base
La miseria de los demás.
Cuando aceptemos que nuestro
Triunfo es un fracaso si se ha conseguido
Con la derrota de muchos otros seres humanos.
Cuando hallemos que nuestra
Generosidad es una máscara amable que
Cubre el egoísmo con el que hemos
Despojado a muchos para agradar a pocos.
Cuando aceptemos que, para cada
Minuto de grandes y suntuosas
Satisfacciones nuestras, muchos pasan
Años y vidas de miseria e insatisfacción.
Cuando nos demos cuenta de que
Los pobres no son pobres por castigo de
Dios, ni porque ése haya sido su destino,
Ni porque no sean capaces de otra cosa,
Ni porque así tiene que ser, ni por ninguna
De las justificatorias excusas y mentiras
Tradicionales, sino por la opulencia, la
Voracidad y falta de escrúpulos de los
Que defendemos egoístamente este
Estado de cosas para nuestra propia
Conveniencia.
Cuando no tratemos de lograr
Solamente la felicidad de nuestros hijos
Sino la de todos los niños.
Cuando dejemos de pensar en el
Futuro como en la prolongación de esta
Guerra absurda entre mi YO y el resto de
La humanidad, y hallemos que es mejor
Ver ese mañana –que siempre es hoy –
Como una tarea común que debe
Hermanar y unir con justicia y alegría a
Todos los hombres.
Cuando nos percatemos de que son
Más importantes las similitudes que las
Diferencias y que es más sabroso el pan
Que se comparte que el que se come a
Solas y escondidas.
Cuando reconozcamos que si
Necesitamos encaramarnos sobre los
Demás no es porque seamos más grandes
Que ellos sino porque, por el contrario,
Nos sentimos o nos sabemos mucho más
Pequeños e insignificantes.
Cuando veamos que nuestra
Prepotencia no es sino la más fiel medida
De nuestro miedo y de nuestra debilidad.
Cuando midamos nuestro valer en
Relación con lo útiles que seamos para la
Humanidad en vez de medirlo por lo que
Utilicemos a la humanidad para exclusivo
Disfrute personal.
Cuando tengamos la
Valentía de reconocer que, dentro de
Esta manera de relacionarnos unos con
Otros en la que vivimos, somos los que
Somos por lo que nuestros padres o
Nosotros mismos hemos o no hemos
Arrebatado a nuestros semejantes por la
Fuerza, por la astucia, con falta de
Escrúpulos y de sentido humano.

Cuando… ¡Pero cuándo será ese cuando!



Yo no quisiera ser de aquí


Yo no quisiera ser de aquí.
Amo, con todo lo que soy, este suelo y su gente.
Por eso mismo, sufro de manera atroz.
Por eso mismo, me duele hasta el aire que pasa.
Por eso mismo, no quisiera estar aquí.
No quisiera ser de aquí.
No quisiera amar tanto a este país, a esta gente.
El amor se me tranforma en dolor. Y eso no es justo.
El amor ha sido siempre alegre, constructivo, sinónimo de felicidad, y de optimismo.
Yo amo a mi país. Y es un amor triste, impotente, infeliz, que me duele,
que todos los días tiene nuevas llagas, que siempre está más y más crucificado.
Veo su mapa cercenado, una y otra vez.
Veo su historia de burlas crueles, sangrientas.
Veo su geografía amenazada por el planeta.
Veo a sus moradores misérrimos, ignorantes, raquíticos, hambrientos.
Veo su suelo ubérrimo, inútilmente ubérrimo, para la mayor parte de sus habitantes.
Veo su violencia, progresiva, galopante.
Veo, siento, vivo su tragedia incesante. Y me duele.
Me duele tanto como me duele decir: "Yo no quisiera estar aquí",
"yo no quisiera ser de aquí".
Porque ser de aquí es una enfermedad incurable. Uno se va, y entonces la nostalgia.
Uno se va, pero las noticias lo persiguen,
los ojos buscan siempre un algo de aquí, la distancia castiga.
Uno se va. Pero aunque se vaya, no se va: uno anda llevando su Guatemala adentro,
como un amado cáncer, como una idea fija, como un verde corazón que siempre
duele al palpitar y que palpita siempre.
Yo no quisiera estar aquí. Yo no quisiera ser de aquí.
Y aunque me duele el dolor del mundo, perdóneseme,
pero me duelen menos otros países que éste.
Me voy a veces. Me meto en un libro y me voy.
Tomo un pasaje de canción o recuerdo y me voy.
Escribo una carta, me meto con ella en el sobre, me pongo en el correo y me voy.
Pero dura muy poco mi viaje: desde adentro de mí mismo país
-éste pequeño y cruel país-, se me hace presente, me sangra, me duele.
Cuánto amor en el dolor. Cuánto dolor en el amor.
Qué dura eres, Guatemala.

3 comentarios:

Andrea Grimaldi dijo...

Y pensar que por pensamientos así -sólo que dirigidos contra gente de altos cargos- se lo tronaron...

Patricia Cortez dijo...

querida Andrea, es necesario estudiar la historia de Guatemala, si se trata de Manuel José Arce Valladares, murió de viejo, y si se trata de Manuel José Arce Leal, murió en el exilio, de cáncer pulmonar. o sea, no se lo tronaron (aunque si quisieron hacerlo)
gracias por el poema, poné el segundo apellido porfa.

monimoni dijo...

saber k ia te vas me pone triste te sntia mas cerka mi amigo k habla con locos... k habla conmigo!

por lo menos te llevas recuerdos del paraninfo amigos k konociste por mi si io se anilu es mui sexi!! grrrrrr

si io se io tambn grrrrr grrrrr

gracias por tu ayuda, por enseñarme las jitanjaforas

sapaculplariem por eso

te kiero mucho i ojala el policia t haya dado mi regalo...

sos vos con gabardina !!! :O

color verde manzana porfavor!!!

ai te informare de todo i ojala me vaya a xela a visitarte un día.. bien acompañada of course (gw) grrrrrrrrrrr

xoxo

monimoni